La necesaria reconciliación entre enemigos

Humilde y de hablar tranquilo. Saca del maletín un foto de su hijo Noam, impresa sobre papel y la cuelga en el acrílico en vez de usar audiovisuales. Se trata de Aaron Barnea, huérfano de hijo, caído en manos del Hezbolá en el sur de Líbano. El término huérfano de hijo, es frecuente en Israel y Palestina. En ambos países, unos 700 integrantes, en partes iguales, conforman la organización sin fines de lucro Grupo de Familias de Caídos, que busca la reconciliación entre los familiares de víctimas. Para Aaron, 1999 se proyectaba como uno de los mejores años de su vida, pues su hijo Noam regresaba de la guerra desatada entre Israel y Líbano. Pero cinco días antes de terminar el servicio militar, Noam cayó en una emboscada. “Era nuestro hijo menos y su muerte para nosotros fue el fin del mundo”, dijo Aaron, invitado para una conferencia dirigido a 26 periodistas de América Latina en Israel, organizado por la Cancillería de este país. “Para que haya paz, tiene que haber un proceso de r...